18 de julio de 2013

Diálogo

Dialogué conmigo mismo. Me comuniqué sin palabras, sin movimiento y sin aire. Dialogué en silencio, estático, mediante la atinada intuición y la imprecisa e inconstante emoción. Por euforia e inercia, sin saber por qué ni preguntándome hacia donde me llevaría. Solo porque sí, porque sentía y quería.

Charlé por un buen rato, descubriendo nuevos placeres y enfrentando viejas iras. Recorriendo angustias, obsesiones y risas; angustias de la vida, más de la vida que de la muerte, de lo que hay más no de lo que no existe; obsesiones estúpidas pero insistentes, siempre ahí, estorbando ansiosas de aire y de vida; y risas pasadas, hermosas y ahogadas, escritas en recuerdos lejanos de luz y de rosas.

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