2 de enero de 2015

Lo desconocido

No es fácil acercarse a lo desconocido, cualquier contacto con ello es tentador y atractivo, aunque, naturalmente, aterrador. 

El tiempo nos come. Volteamos hacia atrás y vemos todo aquello que en el olvido está perdido. Ninguna puerta nos permitirá acceder a donde ya estuvimos, a donde ya vivimos. El tiempo marcha y no vamos a su ritmo. Falta tiempo para vivirnos, sentirnos, despertarnos, dormirnos y despertarnos otra vez. El tiempo siempre falta.

Y aunque aterrador, estamos destinados a acercarnos a lo desconocido. Nos mueve, nos alenta y nos define. Buscamos lo desconocido porque nos sabemos esto mismo, tanto para otros como para uno mismo.

Jamás sería desconocido, si tan sólo alcanzara el tiempo para descubrirlo.