19 de junio de 2012

En la acera


Me senté en la acera esperando el primer camión de la tarde, a las 12:05 si mal no recuerdo. El flujo automotriz parecía ser de menor intensidad que en la normalidad. Había muy pocos traunsentes, si es que había. Y yo esperaba sentado, viendo el cielo, más azul que nunca, más profundo que en la misma noche. El tiempo voló hasta el momento en que vi que se acercaba el vehículo, parecía tambien venir desértico, con nadie mas que el chofer y uno que otro pasajero. Se frenó bruscamente en la esquina y abrió sus puertas.

Antes de que pudiera incorporarme, vi bajar del gastado automóvil unas piernas tan blancas como la leche. Unas piernas si no hermosas, por lo menos sumamente atractivas. Subí la mirada para poder apreciar lo que venía cargando tan suculentas extremidades. Una joven, hermosa, espontánea. No podría detallarla, no era necesario, era para mí de una perfección irresistible.

No es necesario detallar. Pero recuerdo que era un bello día. Recuerdo que me sonrió; recuerdo que así, con una sonrisa, supe que era ella.

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