no por una avenida bien cuidada
y adecuadamente asfaltada,
muy al contrario, dañada
y con peligrosos baches a la deriva,
encharcada por tanta lluvia de verano
y calcinada por las altas temperaturas
de las primeras horas de cada día.
Metros, kilómetros y distancias agotantes
que no podía concebir matemáticamente,
sabía que eran distancias, no se cuántas.
Determinaban mi camino y exigían mis pasos.
Esperaba llegar a dónde no sé que sería lo que encontraría, a un lugar lejano de aquellos recuerdos agrios de un pasado oscuro y áspero, a un olvido y a un futuro.
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