Las tormentas de un vacío

Me deshabito en las bruscas tormentas que yo mismo he creado. Sin tantear el tiempo, despierto de la pesadilla que nubla la realidad que había creado, la distorsiona y la exprime hasta dejarla hueca, sin nada. Entre cortadas respiraciones me imagino la sombra de un ser oscuro, una inexistencia imposible de vacíos. Sin sentido, como ahora creo todo, vago en un porvenir dudoso, fragmentado. No veo ya más que lo intangible del mundo perverso, aquel que creé tan solo para mí, para hundirme eternamente y jamás salir de ahí.

En el camino donde espero deshabitarme, adentrarme en los profundos mares de la incomprensión y la duda.

Por aquellos recuerdos

Hay instantes en los que cierro los ojos e intento sumergirme en aquella luz tan nítida en mi interior. Me pierdo, recorro las sensaciones primarias de un momento de vida, de aire. Me gustaría poder recordar con precisión todo aquello que llegué a ver y sentir. Pero nunca pude, jamás podré. Me perdí y no pude salir. No sufría, de hecho disfrutaba, pero ya no había nada más, jamás podría salir de ahí, de aquel interior de nítida luz y aire fresco, que disfrutaba y respiraba pero ya no era más que una cárcel más creada por los recuerdos que nunca tuve y desearía poseer.

Temo que siempre me he visto sujeto a aquel universo que desconozco.