Goteaba pintura del cuadro. Caía el rojo como sangre regada, el amarillo como tu pelo en la cama, desaliñado, brillante como el sol; el azul parecía permanecer estático, solo sabía que en algún momento se deslizaría hacia el suelo, dejando ver a la perfección su tono armónico en contraste a una realidad atroz.
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