La sensación de vértigo la calmaba,
la sensación de caer la controlaba.
Todo se veía, todo atraía, todo se culminaba en un éxtasis de colores y formas:
el cielo, las nubes, los coches, los todos, los monstruos.
Era un placer sentirse en el espacio,
ver desde lo alto,
sintiéndose caer,
todavía flotando.
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